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30 abr 2007

Aforismo sobre el dolor y su sensación placentera

Si siento dolor, es que aun estoy vivo; la felicidad solamente la valoramos en el recuerdo y en el anhelo. Rara vez la apreciamos en el presente. El dolor es lo único netamente positivo en la vida. Gracias al dolor valoramos el hecho de estar vivos.

También vivimos a expensas del dolor de los demás. Si sabemos de alguien que ha muerto, pesamos de inmediato, ¡yo sigo vivo!

El dolor que he llegado a experimentar lo puedo describir de la siguiente manera: Recorre el corazón, los brazos, las muñecas y las palmas de las manos, suele iniciarse más bien en la garganta, baja por el pecho, y cuando toca el corazón, se comparte con los brazos. Puedes extenderlos y mirar las palmas de tus manos, los dedos, miras a tu pecho, tocas tu corazón y lo sientes latir físicamente. Sin embargo, no das crédito a la sensación que realmente estás sintiendo. He meditado en que tal vez puede rayar en lo sobrenatural.

Pero a veces ese sentir se vuele exquisito, ¿sabes?, razonas en lo que te ha provocado eso y te cuestionas ¿qué? ¿qué es lo que detona dentro de mi que culmina en esta sensación, que no termino de divagar en que si es placentero o simplemente intolerable?

Alguna vez pensé en la hipótesis de que este es el dolor que Jesús sintió cuando estaba clavado en la cruz. Pero siendo de esta forma, haría falta un tiro de gracia y sentir algo así como un remate de dolor más abajo del pecho. Por la flecha que le enterraron para ver si ya había muerto. Alo mejor ya estaba muerto, por eso no sentimos esa “puñalada de gracia”.

El dolor que arriba refiero no es igual al tacto físico que un niño siente cuando ha caído; es el sufrimiento que se manifiesta en nuestras entrañas ordenado desde el mismísimo interior de nuestro ser.

No hace mucho me dijeron: “Estás lleno de odio, alguna vez podrías matar a alguien”. Contesté: “Es buena señal, indica que no estoy vacío”. Eso mismo pienso del dolor. Se expresa cuando sentimos que no somos nada. Duele y en ese instante sabemos que continuamos vivos.

Curiosamente en ese preciso instante, cuando nos enteramos de que eso es precisamente estar vivo, mucha gente decide suicidarse. “El dolor es vida, mejor no quiero estar vivo”.

Siendo de esta forma, el dolor nos hace recordar que sentimos, palpamos, que vivimos. Nos advierte una y otra vez, que somos seres sujetos sine qua non a las leyes de la naturaleza. Nadie se escapa al dolor. Porque sé que el dolor del que te hablo es igual en todos, y todos lo experimentamos de alguna manera.
En sí, ese dolor, si lo contemplamos, puede tornarse agradable. Lo sé, es una incoherencia.

También me pregunto si algún día sentiré el dolor de una bala. Mejor no pensar en eso.


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